domingo, 11 de septiembre de 2011

EL MENSAJE DE LA CORONA

Nos encontramos ante un fragmento de texto, como se puede apreciar por los signos […], de naturaleza primaria y carácter político. En concreto se trata de un discurso pronunciado por Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, el día 22 de noviembre de 1975, en el Congreso de los Diputados. En este momento es proclamado Rey de España con el nombre de Juan Carlos I, tras la muerte del generalísimo Francisco Franco.
Juan Carlos I es nieto de Alfonso XIII e hijo del matrimonio habido entre Juan de Borbón y Battenberg, conde de Barcelona, y de María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans, princesa de las Dos Sicilias. El futuro rey nació en Roma (Italia), durante el exilio de la Familia Real, ausente de España desde la proclamación de la Segunda República en 1931. En una entrevista celebrada el 25 de agosto de 1948 entre Franco y el conde de Barcelona, se acordó que el príncipe se trasladaría a España para cursar allí sus estudios. A los 10 años de edad Juan Carlos pisó por primera vez el suelo español.
En virtud de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado del 26 de julio de 1947, Juan Carlos fue propuesto como sucesor de Franco a título de rey, propuesta ratificada por las Cortes Españolas en julio de 1969, ante las que el joven príncipe prestaría juramento de guardar y hacer guardar las Leyes Fundamentales del Reino y los principios del Movimiento Nacional, es decir, el ideario franquista. Siguiendo las reglas dinásticas, la sucesión hubiera debido recaer en su padre, Juan de Borbón y Battenberg, tercer hijo y heredero del rey Alfonso XIII. Sin embargo, las no muy cordiales relaciones entre Juan y Franco determinaron el salto en la línea de sucesión y el nombramiento de Juan Carlos como Príncipe de España, título de nuevo cuño con el que Franco pretendía salvar distancias con respecto a la monarquía liberal. Dicho salto fue aceptado por el príncipe Juan Carlos, creando un conflicto interno en la Casa Real de Borbón. El Conde de Barcelona no renunciaría oficialmente a sus derechos sucesorios hasta 1977, cuando el reinado de su hijo y el fin del régimen franquista eran ya hechos consumados.
Entrando ya en el análisis del discurso, al principio, el futuro rey proclama su responsabilidad ante el pueblo, asumiendo el ejercicio de poder. El Rey expresa su deseo de ser “moderador”, “guardián del sistema constitucional” y “promotor de la justicia”. Con ello está dejando ver que lo que él plantea es algo diferente; una actitud basada en el cambio, como se observa cuando considera también que Franco ha pasado a la Historia y, con él, su Régimen (“Hoy comienza una nueva etapa en la Historia de España”).
 La característica fundamental del discurso es que expresa su deseo de ser Rey por y para el pueblo, siendo siempre una figura latente en todos los acontecimientos importantes para los españoles ( “La Monarquía (…) procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo”).
Por otro lado, considera la unidad de España: “…Un efectivo consenso de concordia nacional”, pero, a su vez, distingue y aprecia a aquellas regiones que culturalmente no sean iguales al resto: “El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición.”
También incluye al Ejército Español y a la Iglesia en su discurso, figuras a las cuales apoya y se une como patriótico y católico, respectivamente. Además, promueve el reconocimiento de los derechos sociales y económicos y el ejercicio de las libertades que, como seres humanos, nos son necesarias.
Con su planteamiento, sea cual sea la ideología del oyente (o lector), éste se sentirá aludido y abrazado por el nuevo Rey. Con el apoyo de la población sí sería viable la Transición que estaba planeada, y que marcaría un antes y un después en la Historia de España.
Y, de esta manera, el Rey Don Juan Carlos I de Borbón expresaba su intención a la nación española. Había comenzado la búsqueda de las libertades y de la democracia; había comenzado la Transición, tan necesaria para España.
Ya en los años 1970, la previsible cercanía del final biológico del franquismo precipitó la coordinación de los numerosos aunque poco representativos grupos opositores, que empezaban a hablar de una transición a la democracia. Se formaron dos instituciones de diálogo: la Plataforma Democrática y la Junta Democrática, ambas de oposición al franquismo o aperturistas. Por otro lado estaban los continuistas, que eran los llamados búnker.
Tras la muerte de Franco y la proclamación de Juan Carlos como Rey de España este optó por mantener a Arias Navarro como Presidente del Gobierno, para tranquilizar en parte al sector más inmovilista del régimen (búnker); aunque también incluyó algunos ministros reformistas , entre ellos Fraga, Areilza, Osorio, Martín Villa o Suárez. Además, colocó al reformista Fernández Miranda como Presidente de las Cortes.
A finales de marzo, la oposición había llegado a un acuerdo de unidad: la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática aceptaron disolverse y constituir la Coordinación Democrática , conocida como la “Platajunta”. El manifiesto inicial insistía en la ruptura democrática como fórmula de cambio. El Presidente Arias fue convocado por el Rey para pedirle su dimisión, a la que no opuso resistencia. El Monarca encargó formar gobierno a un ex ministro del gabinete de Arias, Adolfo Suárez. Con el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, las expectativas de la oposición no mejoraron mucho, y también se negó a apoyar la Ley de Reforma Política que se sometió a referéndum a finales de 1976. El gobierno, apoyado por el rey y sectores sociales de imposible cuantificación, preconizaba la reforma. La oposición, repleta de siglas y con apoyos igualmente inciertos, la ruptura.
Finalmente, el 16 de noviembre, las Cortes aprueban la Ley para la Reforma Política, y el 15 de diciembre, dicha Ley es aprobada en referéndum. Esta Ley fijaba las bases de la convocatoria de unas elecciones generales pluripartidistas, o sea, plenamente democráticas.
Para concluir, Juan Carlos I supo contentar a la mayoría de los españoles y a los partidarios del franquismo, pues su discurso versó sobre la figura del generalísimo y también, estableció el cambio que posteriormente se llevó a cabo. Aún así, existieron y siguen existiendo muchos que cuestionan la actitud del Rey, pues no continuó con el régimen instaurado por Franco sino que optó por una apertura hacia la democracia. Sin embargo, este cambio es admirado por la mayoría de los españoles, pues se pasó de una opresión a un país libre y democrático.

No hay comentarios:

Publicar un comentario